Introducción
Siempre nos ha fascinado nuestro hogar: la Tierra. Nuestro oasis de vida azul y verde en el sistema solar ha sido objeto de poesía, música, novelas, investigación científica y mapas. Durante siglos, los mapas despertaron la imaginación, inspiraron exploraciones de lo desconocido y nos ayudaron a comprender nuestro planeta. Lejos de los documentos estáticos del pasado grabados en tabletas de arcilla, madera, película y papel, los mapas de hoy son interactivos y digitales. Se pueden combinar con gráficos, imágenes satelitales, bases de datos, fotografías, videos y otros datos para ayudarnos a dar sentido a nuestro mundo. Nos ayudan a navegar a la biblioteca de la casa de la abuela todos los días, nos ayudan a comprender nuestras comunidades y nuestro mundo, y cómo construir un futuro más sostenible y resistente.
Estos mapas se han vuelto omnipresentes: en nuestros teléfonos inteligentes, computadoras, en nuestros vehículos, en trenes y aviones, y en casi todos los lugares a los que damos vuelta. Estos mapas digitales y las actividades cotidianas que dependen de ellos son posibles gracias a los Sistemas de Información Geográfica (SIG) y otras tecnologías: Teledetección, informática y Sistemas de Posicionamiento Global (GPS, o más ampliamente, Sistemas de Navegación Geográfica por Satélite (GNSS) ) para nombrar unos pocos. Sin embargo, las personas hacen que estas tecnologías sean efectivas y las aplican para resolver problemas. Las personas que usan estos mapas y herramientas cultivan una forma de pensar espacial, observando el mundo desde una perspectiva geográfica, examinando patrones, relaciones y tendencias, tomando decisiones más sabias sobre el futuro. Estas decisiones incluyen la planificación de vías verdes urbanas, la mitigación de las malezas invasoras, la localización del sitio óptimo para la energía eólica, el estudio del impacto de la extracción de agua subterránea en los acuíferos, y muchos más, desde escalas locales a globales.
Siempre nos ha fascinado nuestro hogar: la Tierra. Nuestro oasis de vida azul y verde en el sistema solar ha sido objeto de poesía, música, novelas, investigación científica y mapas. Durante siglos, los mapas despertaron la imaginación, inspiraron exploraciones de lo desconocido y nos ayudaron a comprender nuestro planeta. Lejos de los documentos estáticos del pasado grabados en tabletas de arcilla, madera, película y papel, los mapas de hoy son interactivos y digitales. Se pueden combinar con gráficos, imágenes satelitales, bases de datos, fotografías, videos y otros datos para ayudarnos a dar sentido a nuestro mundo. Nos ayudan a navegar a la biblioteca de la casa de la abuela todos los días, nos ayudan a comprender nuestras comunidades y nuestro mundo, y cómo construir un futuro más sostenible y resistente.
Estos mapas se han vuelto omnipresentes: en nuestros teléfonos inteligentes, computadoras, en nuestros vehículos, en trenes y aviones, y en casi todos los lugares a los que damos vuelta. Estos mapas digitales y las actividades cotidianas que dependen de ellos son posibles gracias a los Sistemas de Información Geográfica (SIG) y otras tecnologías: Teledetección, informática y Sistemas de Posicionamiento Global (GPS, o más ampliamente, Sistemas de Navegación Geográfica por Satélite (GNSS) ) para nombrar unos pocos. Sin embargo, las personas hacen que estas tecnologías sean efectivas y las aplican para resolver problemas. Las personas que usan estos mapas y herramientas cultivan una forma de pensar espacial, observando el mundo desde una perspectiva geográfica, examinando patrones, relaciones y tendencias, tomando decisiones más sabias sobre el futuro. Estas decisiones incluyen la planificación de vías verdes urbanas, la mitigación de las malezas invasoras, la localización del sitio óptimo para la energía eólica, el estudio del impacto de la extracción de agua subterránea en los acuíferos, y muchos más, desde escalas locales a globales.
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