viernes, 26 de junio de 2020

TALLER ONLINE DEL GRUPO 2 LABORATORIO: FESTEJO Y DIBUJO CON INTELIGENCIA ARTIFICIAL







¡MÁS SORTEOS INCLUSIVOS! (IDEL)




 SORTEOS 
Conocé más sobre nosotros...

POSTURA SALUDABLE, ¡CON CLUB DE LOS SUEÑOS!

Meli e Irene, nuestra música terapeuta y terapista ocupacional realizaron en conjunto está actividad ¡de postura saludable! ¡Sumamos movimiento y ritmo en esta cuarentena! 
¡A no quedarse quieto!

LA PANDEMIA, TEA Y VOLAR SIN MIEDO: EN LA RADIO, NOS CUENTA PAULA SMOLAR, MAMÁ DE MELI


A principio de año junto a Pablo de @desdeelpatioblog y Carola de @volarsinmiedo, hicimos un hermoso evento gratuito para que niños con TEA pierdan el miedo a volar. Pudieron experimentar una situación de vuelo en un simulador de vuelo real piloteada por un comandante. Llegó la pandemia y el proyecto de continuarlo quedó en pausa. Mañana a las 11 en @uniendogenteradio, estaré junto a ellos contándoles cómo Meli está atravesando la pandemia y como sus amigos con TEA lo están haciendo. También hablaremos de miedo a volar y viajes. Siempre es un buen momento para hablar de TEA cuando nos dan este espacio.

martes, 23 de junio de 2020

DÍA DE LA BANDERA, POR JOAQUIN J. (¡¡Y SU ABU MARISA CONDE, ESPECIALISTA EN TECNOLOGÍA EDUCATIVA!!) :)

COLLAGE INFORMÁTICO


En este proyecto, hay algunos sprites codificados para que puedan arrastrarse y desvanecerse cuando los clickeamos y, además, al arrancar el proyecto, cambia el tamaño de esos objetos al azar. 
Extendé esa programación al resto de elementos, controlando los valores numéricos para su desvanecimiento y/o para los tamaños. 
Pensá cómo hacer para que la orientación de algunos objetos también se produzca de manera aleatoria.
El fondo del collage también tiene un efecto gráfico, que podrías refinar.
Capturá varias pantallas de tu collage terminado.




PIES DE LOTO (CUENTO DE MARÍA ESPERANZA MENARDI), ¡¡ILUSTRALO!!

Los inviernos en el pueblo de Yian Gin no sólo son fríos: se diría que todos los dioses de la Antigua China, en especial sus dragones, conspiran para guardar el fuego bajo oscuros designios. Y aquel invierno se empecinaba en ofrecer la más cruda nieve a sus habitantes. Yian Gin era un pueblo pobre con habitantes pobres en un Imperio rico. 
Sin embargo, como nunca, los cerezos se habían confabulado en adelantarse a la nieve y ya estallaban de flores, dejando atrás sus hojas, que sólo eran un recuerdo. Jin Wen estaba convencida de que ese milagro ocurría porque, en unos días, ella cumpliría cinco años. El verano era un recuerdo en su corazón: mágico, inquieto, lleno de galletas de pasta de arroz envueltas en hojas de taro, de cantos de ruiseñores y de alondras; un tiempo en el que ella y Xinjin, su padre, habían corrido hacia las montañas, arrastrados por un viento fresco, como dos patos mandarines que jugaban a esconderse, a alejarse, a ser felices. Fue en una de esas tardes cuando Jin Wen le dijo a su padre que el próximo verano quería ir al río Amarillo, en busca del bosque de bambúes. Una sombra inmensa caía, en ese instante del atardecer, sobre el Gigante de Jade; y ella notó que esa misma sombra que oscurecía la montaña sagrada, le había cubierto los ojos a Xinjin. Ese hombre bueno, que jugaba con su hija no pudo dejar de llorar con el corazón y con el alma. Un fantasma había entrado en sus ojos, un espectro que ya nunca se iría de él. Inútil fue negar lo que sabía inevitable, lo que no quería pensar, reconocer, asumir. Xinjin sabía que en poco tiempo más su pequeña grulla, la misma que volaba a su lado por los cielos de Yian Gin, no volvería a correr nunca más. Los dioses le enviaron hijas mujeres, y ella era la mayor, la única que tenía la posibilidad de tener una vida mejor. Sus campos de arroz eran cada día más estériles, su cuerpo envejecía y se doblaba como un ginko viejo. ¿Cuánto más podría mantener a su numerosa familia? Sólo Jin Wen tenía la posibilidad de conseguir un marido que la salvara de esa miseria, y, para ello, debían transformar sus pequeños pies en dos lotos dorados. Siempre luchó para que su hija, su pequeña y perfumada peonía, no debiera sufrir el horror de ver fracturados sus pies, quebradas sus formas, para transformarse en una mujer de andar ondulante, frágil, titubeante. Pero nada alcanzó, y este era el preludio de todos sus fracasos. 
Así fue como su corazón comenzó a romperse junto al sacrificio de la pequeña, que lo miraba sin entender por qué, cómo, para qué, sus pies eran sumergidos en agua, untados con hierbas y sangre, y doblados hacia la planta, hasta romperse. Los ojos de la pequeña, desesperados, buscaban los de su padre. Limpias vendas de un blanco sepulcral cubrieron el trabajo. Todo estaba consumado. Ya nunca correría por los prados, no habría ríos amarillos ni bosques de bambúes, ni faisanes dorados, ni tigres, ni grullas. Sólo la transformación de una niña en una mujer dócil, casta, dependiente, que no podría moverse sin ayuda. 
Jin Wen no volvió a hablar, y permaneció encerrada en la habitación de las mujeres, a la que únicamente entraba su abuela a cambiarle las vendas. Por las noches Xinjin iba a ver a la pequeña, a acariciar su cabello lacio y oscuro, sus ojos de almendra. Llevaba en su alma, una culpa, que no lo dejaba vivir. Ser pobre en un pueblo pobre es un castigo que no sólo se paga con la propia vida, y en China, más triste que ser pobre, es ser una niña. 
Los días pasaban y Jin Wen cayó en un letargo de silencio y ausencia del que no despertaba. Una mañana, su abuela se asombró al ver que los pies de la niña pasaron de la palidez de la luna al morado de la tempestad. Apuró un emplasto e invocó a los ancestros. 
Al día siguiente, los pequeños lotos empeoraron, y la curandera del pueblo vino en auxilio. No había nada que hacer, pronosticó la vieja, y Xinjin sintió que su corazón se quebraba en mil pedazos. No hubo dioses, ni pócimas ni plegarias que revivieran a la niña. 
La ventana de la vieja casucha se fue llenando de nieve, una ligera nevada de fines de invierno caía copiosa. Algunos dicen que vieron a Jin Wen, descalza, alejarse muy despacio, buscando el río Amarillo, con sus pies blancos y perfumados, libre, por un sendero de pétalos de loto...

ACERTIJOS HUMORÍSTICOS: ESTUDIAR DERECHO Y ESQUIMALES... :) (POR IVÁN P., ILUSTRADOS POR PILAR M.)

VIBRABOT: CÓMO HACERLO, NOS MUESTRAN LA PROFE DANIELA MAZZA Y SU HIJITA COTI!!

TE CUENTO SOBRE RAZAS: OVEJERO ALEMÁN (MAXI NOVAU)

TINA
El país de origen de este perro es Alemania, grupo 2, y la raza ovejero alemán. Esta raza apareció entre 1540-1560, y con el paso de los años se empezó a modificar hasta que se llegó a la forma actual. Los alemanes utilizaron este perro durante la Primera y Segunda guerras mundiales, y también los utilizan los policías en las canchas, para búsqueda de drogas y para atrapar a delincuentes. Además, los incorporan los policías portuarios en los aeropuertos para detectar estupefacientes. Esta raza fue la primera que se usó para hacer de perro guía. En la actualidad participan en las exposiciones de perros.


MANOS DE MADRE (UN CUENTO DE VIVIANA SAMPEDRO)

Cuando en San Telmo subí como una atolondrada al colectivo, mis zapatos se tragaron los tres escalones sin haberlos masticado. Atropellados corrieron hacia el par de asientos que, desocupados, los llamaban y, sin darse vuelta, se sentaron junto a la ventanilla.
 Le había dado un último vistazo al ángulo que formaba el vidrio con el marco de la ventana del restaurante de la esquina de Bolívar y Venezuela. A pesar de ese rayo de sol que entraba desde la calle, en soledad, el roble de la mesa parecía que empezaba a oscurecerse como el respaldo de mi cama cuando mamá apagaba la araña para dejar encendido el velador de mi mesa de noche.
En cuanto terminamos de almorzar, el mozo se llevó el plato de postre con los restos de flan con dulce de leche. A la carrera, antes de levantarnos de nuestras sillas, el fulano retiró el mantel de percal blanco, que cubría la claridad de la madera. Su tela estaba tan almidonada como la de una sábana y yo todavía conservaba la sensación de aspereza en la yema de mis dedos. No sé si ese día aquel mantel se había almidonado para impresionarme vistiéndose de fiesta o si pretendía que yo recordara los guardapolvos blancos de mis compañeros de escuela.
Cuando el colectivo arrancó, tres personas continuaron formando una hilera muy prolija en la parada. Hacía calor y ellas esperaban, bajo el sol de las tres de la tarde de un día de diciembre.
Yo tenía sed. Mi cara, mojada por la transpiración, me pidió que abriera aún más la ventanilla, para sentir esa bocanada de aire que duraría solo un par de cuadras, hasta que el vehículo volviera a detenerse.
En ese momento lo único que yo pretendía era que me tocara el viento, humedecer mi boca reseca con una gaseosa con hielo, refrescarme con un helado, sumergir mis pies en el agua del mar. Me imaginaba que a esa hora todos los trampolines del mundo se estarían arrojando a sus piletas.
¡Y nada! El calor se agrandaba como una hoguera que aplastaba el paseo y me mantenía en un estado de permanente inquietud, en el que no me cansaba de preguntar cuantos días faltaban para que llegara enero y viajáramos a Mar del Plata.
Yo solo quería bajar del colectivo y que empezara el verano porque me gustaba nadar en cualquier espacio que contuviera agua, para que la nuca que chorreaba una mezcla densa de perfume Johnson con olor a transpiración de niño, tan parecida a la de la leche cortada, dejara de producirme esa sensación nauseosa.
En una de las esquinas en que el ómnibus se detuvo y ascendió una fila de pasajeros, que debió viajar de pie, me vi obligada a torcer mi perfil hacia la calle como pidiéndole al verano que le sirviera a mis mejillas un vaso de agua fresca.
Entonces mis ojos recorrieron el tendido de los rieles del tranvía que había dejado de funcionar un par de meses atrás debido a los cambios en el transporte público de la ciudad. Otros lugares del país mantuvieron trolebuses durante un par de años más para beneficio de las abuelas, a las que la velocidad alcanzada por los modernos colectivos les producía una sensación de vértigo. Quizás por este motivo, muchas de ellas acostumbraban a ir caminando antes de realizar un recorrido, de escasa media hora, tomando una medicación parecida a la suministrada para navegar en un transatlántico.
Recuerdo que todavía mis piernas colgaban del asiento sin alcanzar a apoyarse en la chapa que hacía de piso de aquellos vehículos, que parecían una enorme lata de sardinas Nereida pero no recuerdo mi edad y ni siquiera sé si en esa época yo ya había aprendido a leer, o fue mi madre quien leyó el cartel escrito con letras de imprenta que decía:
"PROHIBIDO ASOMARSE Y SACAR LA CABEZA O LOS BRAZOS POR LA VENTANILLA". Recuerdo también que mamá reforzó esa advertencia con explicaciones, que parecían hacer vibrar el volante del conductor al retumbar en el el colectivo y que yo fingía escuchar con suma concentración, aunque en realidad me entretenía más observando cómo engordaba y adelgazaba su rostro cuando articulaba cada palabra.
Un hombre que se había parado junto al asiento, miraba sus pechos acariciando el escote de su solera, que parecía ser tan profundo como el fondo de las copas con las que brindábamos en navidad. Pero después el oído de aquel señor detuvo su vista en la garganta que pronunciaba la arenga.
Fue en ese momento que intenté probar si era cierto lo que ella decía y me animé a sacar mi cabecita fuera del ómnibus. Mientras la escuchaba levantar su tono de voz, sus pensamientos empezaron a pesar en mi cabeza.
Y entonces no sé qué fue lo que realmente ocurrió, porque de ese día de calor asfixiante, sólo alcanzo a recordar sus gritos, mi cabeza cayendo sobre la vereda, mi cara rodando sobre el pavimento y mis ojos contemplando la escena desde el asiento ubicado en la mitad del colectivo al lado de la ventanilla. Pero en ese momento no me asusté porque el golpe no me había dolido.
Más tarde, angustiada, recuerdo haber mirado a mi madre, que permanecía sentada a mi lado y, apartándome de la ventanilla, fijé mis ojos en esa imagen redonda que, desde la esquina, picaba como una pelota de pelo castaño que reflejaba mi cara, como en el cristal de un espejo. A medida que las cuadras quedaban atrás, mis palabras se derretían con cada rebote de mi esfera de carne. De a poco la pelota iba desapareciendo de mi vista mientras que yo inmóvil y en silencio, me atrincheraba en ese asiento, en el que no me animaba a tocarme la testa por temor a haberla perdido.
Al bajar del colectivo en el barrio de Almagro, o quizás fuera en el Once, las manos de mami me acomodaron el sombrerito de lino color lila y de ala ancha que impedía una insolación. En silencio esbocé una sonrisa, a modo de mueca muda. No sé si con ese gesto hubiera querido decirle a mamá que, a lo largo de su discurso, mi cabeza fue perdiendo dignidad, o eso lo pensé más tarde. Pero sí recuerdo el día en que mientras renunciaba a ponerme un gorro de lana que impedía un resfrío, la adolescente temió que su madre le hiciera perder la cabeza y entonces le reprochó haber opacado su inteligencia con tantas pretensiones adultas. Pero eso fue más tarde porque ese día de diciembre, después de caminar por una calle comercial, al entrar a una tienda en la que vendían trajes de baño, corrí a poner mi cuerpo frente al marco de un cristal y lo llevé muy cerca hasta percibir su nitidez. Entonces me olvidé del calor, del viaje a Mar del Plata, de los toboganes sumergiéndose en las piletas y me conformé con reconocer en un espejo, mi rostro de niña con esa cabeza que por un momento pretendió jugar a escaparse de aquellas manos de madre quese habían quedado conmigo, que nunca me abandonarían.

viernes, 19 de junio de 2020

miércoles, 17 de junio de 2020

¡SORTEOS INCLUSIVOS! (IDEL)


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LA SEGUNDA ISLA, CAPTURAS REALIZADAS POR KEVIN L. (CCL)

DISEÑO REALIZADO POR FRANCO, CON SU PROFE DEMIÁN (CON PHOTOSHOP!!)


¡Qué bueno para Zombitaun!! :)
MÁS DE DEMIÁN

MILI (CUENTO DE MARÍA ESPERANZA MENARDI), ¡¡ILUSTRALO!!

Mili junto a su madre esperaba su turno en el dentista. La recepcionista les informó que debían aguardar una hora más. El doctor estaba retrasado. 
La niña intentó activar su celular pero no tenía batería. Descuido imperdonable. Pidió el de su madre, pero la conectividad para juegos de ese móvil era bajísima.
—Lo único que tengo para que te entretengas es esto— le dijo la mujer, mostrándole un libro que sacó de su cartera. 
La niña lo abrió y comenzó a leer. 
PILAR M.
Dicen que el dentista, al revisarla, vio asombrado brotar de entre sus dientes miles de palabras recién nacidas.

DÍA DE LA BANDERA, POR JULIETA J. (¡¡Y SU ABU MARISA CONDE, ESPECIALISTA EN TECNOLOGÍA EDUCATIVA!!) :)

viernes, 12 de junio de 2020

¡DIBUJA TUS MONSTRUOS ESTILO DOODLES CON O SIN LA COMPU!

MIS RECUERDOS DE INFORMÁTICA: MAIA

PROYECTO: ¿QUÉ SIGNIFICA TU NOMBRE?

Para participar en este proyecto tenés que preparar una tarjeta con tu nombre o el de alguien al que le quieras regalar una con los siguientes datos principales:

NOMBRE
ORIGEN
SIGNIFICADO
SANTO
PERSONAS FAMOSAS CON ESE NOMBRE 

y otros datos que te interese destacar.
¡Mirá el ejemplo que hizo Pilar para regalarle a Gustavo!


NUEVAS ARTESANÍAS DE LUDMILA S.

¡¡NUEVO MONSTRUO!! DE TASNIM

DOODLES DE MELINA A.: ¡¡¡QUÉ LINDOS!!!

PORTFOLIO COLABORATIVO DEL GRUPO 1 DE LABORATORIO, VÍA ONLINE


MAIA K.
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JAM LABORATORIO 1

Cada alumno tiene su página y le agrega imágenes de los trabajos realizados durante 2020, recuerdos y fotos valiosas. 

PREMIOS PARA LOS GANADORES DEL AFICHE A MANO Y DIGITAL SOBRE LA PANDEMIA, Y POR DESEMPEÑO


Para participar tenés que mandar por WhatsApp o por mail tu afiche a mano, o digital  realizado con Autodraw, Paint, Sketchup u otra herramienta digital que quieras usar. Tenés plazo hasta fin de junio de 2020.

AFICHE DIGITAL
El premio es una caja de madera antigua con miniaturas:

ESCENA EN MINIATURA DENTRO DE CAJA ANTIGUA
Hay en Tutoriales de Dani, uno referido a Autodraw.
Mirá algunas de las producciones presentadas: AFICHES

AFICHE A MANO
El premio es una caja de madera con escena en miniatura:



CAJA CON MINIATURAS

DESEMPEÑO

Los premios son Cajas tecnoportarretratos de madera, con decoración tecno y un lapicero del mismo tipo. (En breve se subirán más imágenes).


CAJA CON MINIATURAS




Conocé más sobre este arte: