Desde ideas didácticas y sus fundamentos científicos hasta actividades digitales creativas, en este blog encontrarás conocimiento y experiencias. De especialistas y expertos, docentes, amigos, alumnos y sus familiares. Podés mandarnos tus producciones e ideas a rosakaufman@gmail.com, o comunicarte por Whattsap al +54 911 51472984 y consultarnos sobre los Cursos para niños y docentes.
domingo, 2 de agosto de 2020
sábado, 1 de agosto de 2020
MÁSCARA STEAMPUNK
Integrando el arte Steampunk, lo artesanal y la necesidad, hoy nuestro amigo Demián Amendolara nos recomienda un tutorial para crear una máscara y nos muestra la que hizo. ¡No está nada mal, si consideramos que es su primer intento, y sin máquina de coser ni cuero. ¡¡Intentalo!!
VIDEOJUEGOS Y APRENDIZAJE: BARAJAR Y DAR DE NUEVO, POR CARINA LION (PARTE 1)
ABRIR LA PUERTA PARA JUGAR
Ya hace unos años que me pregunto acerca del aprendizaje mediado tecnológicamente, en qué cambian las maneras de aprender cuando están mediadas por tecnologías. Estoy convencida de que aprendemos de diversas maneras, marcados y marcadas por trayectorias y recorridos que son únicos y en contextos sociales, culturales, políticos, familiares que nos atraviesan, nos influyen y nos interpelan. Se aprende desde la diversidad cognitiva, a partir de historias de vida; trayectorias y condiciones de posibilidad muy diferentes. Por eso, abrir puertas a experiencias divergentes puede ser un camino interesante para favorecer itinerarios formativos enriquecedores, personalizados y colectivos que resulten inspiradores para favorecer otros modos de aprender teniendo en cuenta los escenarios digitales contemporáneos. Hace tiempo Freinet nos alertaba en 1944 en su Guía práctica para la organización material, técnica y pedagógica de la escuela popular. “La escuela no prepara más para la vida […]. La verdadera formación de los niños, su adaptación al mundo actual y a las posibilidades de mañana, se practican cada vez más y de un modo más o menos metódico, fuera de la escuela”. (Freinet, 1944)
Esto es, dar lugar a la diversidad de aprendizajes que también ocurren fuera del aula; aulas porosas que ofrezcan anclajes a las trayectorias diversas; flexibles en tiempos y recorridos; a lenguajes expresivos múltiples (Eisner, 1998) en consonancia con la multialfabetización tanto en las estrategias de enseñanza como en las de evaluación. Entre todos los objetos de la cultura para el análisis de estos aprendizajes emergentes, elijo el de los videojuegos porque estoy también dedicándome a desarrollarlos y es una oportunidad para compartir algunas ideas.
(CONTINÚA...)
(CONTINÚA...)
PANDEMIA PASIVA, UN RELATO DE ÁNGEL TORRES
Viernes.
Se mantienen las indicaciones estrictas de “aislamiento social”. Cada uno en su casa, a menos que se realicen actividades consideradas servicios básicos.
Pero, sin aviso previo, esta madrugada comenzaron a aparecer, en la entrada de cada banco del conurbano bonaerense, grupos de personas, mayoritariamente ancianas, que se fueron colocando, unos junto a otros, en una fila humana inconcebible por la restricción de la pandemia.
Hacia las 8, la cola daba la vuelta a la manzana. Cada vez más abigarrada, más contundente. A los adultos mayores, de los primeros momentos, se sumaban muchos otros.
Más tarde comenzaron a aparecer otras gentes, rostros desangelados, ropas raídas, hombres flacos y vacíos, con el dolor del hambre en las miradas perdidas, mujeres embarazadas, con dos o más niños colgados de sus calzas descoloridas y un bebé dormido en sus brazos.
“Tengo que venir ahora, porque no sé cuánto les va a durar la plata en el banco. Y si no consigo la AUH, qué les doy de comer a ellos”, explica con su media lengua, entrecortada por la tristeza, una mujer de treinta y tantos, mientras amamantaba a una bebé de pelo ensortijado.
“No, yo hace seis horas que llegué. Vea, soy segunda en la cola. Cuando el banco abre vamos a ser los primeros en ser atendidos. Como yo no tengo cuenta ni tarjeta, desde febrero que no cobré un peso. Así que cuando ayer avisaron que hoy pagaban me preparé la sillita y me vine para acá con el mate. ¿Oiga, don, quiere uno?”
Más pronto que tarde, la fila era multitudinaria. La distancia “de protección social” se había transformado en los corrillos en los que los vecinos se agolpaban y discutían animadamente sobre la situación por la que atravesaban y los peligros de la pandemia.
Cerca de las 10 horas aparecieron dos móviles policiales. Cuando los vi, por la tele, pensé “ahora van a arreglar este tema, a poner distancia entre la gente, a darles números a los que está allí, apiñados, en fin a poner el orden imprescindible en época de cuarentena social obligatoria”.
Pero no. Se bajaron cuatro policías que se fueron derechito a la puerta de la sucursal del banco y se pararon delante de ella, como custodiando esa entrada, la que deberían utilizar a partir de las 10, los doscientos o trescientos que penaban por entrar.
Entonces me di cuenta que esa policía no estaba para ordenar esa fila bizarra de potenciales infectados futuros del coronavirus. Que no había pasado por su cabeza, ni por la de quienes los mandaban, hacer algo para mejorar la situación de los que allí estaban, prevenir el contagio entre ellos, cuidar de los ancianos más vulnerables o de los bebés y mamás embarazadas.
No. Estaban para proteger la sucursal del banco.
El bizarro espectáculo continuó toda la jornada. No sólo en el conurbano. En la mayoría de las ciudades del país se multiplicaban las mareas humanas de desesperados, de personas a las que, hace rato, se las excluyó, no solamente de la economía nacional, sino de la posibilidad de sobrevivir con un poco de dignidad.
Esa gente, para los que debieran protegerlos, no cuenta. Son un nuevo tipo de “desaparecidos”.
Con un anuncio masivo y mal coordinado, estructurado y comunicado, vuelcan a las calles a miles de personas, en todo el país, para conseguir nada más que lo que les corresponde, por un principio básico y elemental de humanidad: la posibilidad de comer y de dar alimento a los suyos. Algo no está funcionando bien en esta sociedad.
Algo no está funcionando bien en la burocracia, que debiera responder a las iniciativas de los gobiernos, en aras de proteger a los seres humanos. No a los bancos.
Algo falló.
Luego vendrán las reconvenciones, las disculpas, las lamentaciones, las correcciones.
Una vez más, si Dios quiere, no habrá una explosión de contagios por coronavirus; no por los que estaban paseando por Europa y pensaron que a ellos no les iba a tocar. No por los que desde Miami miraban la película como si ocurriera en otro mundo. No por los que regresaron en sus vuelos, cruceros y autos, desde lugares de alto riesgo, como si ellos no tuvieran porqué dar explicaciones de dónde y con quién habían estado.
No por los que, con dinero suficiente, escaparon de sus casas para refugiarse herméticamente en mansiones, con la comodidad insolente de llevar consigo a su servicio doméstico, para que no les falte “nada” y sin importarle en lo más mínimo el personal.
Simplemente, no habrá una tragedia viral de contagios en los próximos días, porque “Dios es argentino”.
Se mantienen las indicaciones estrictas de “aislamiento social”. Cada uno en su casa, a menos que se realicen actividades consideradas servicios básicos.
Pero, sin aviso previo, esta madrugada comenzaron a aparecer, en la entrada de cada banco del conurbano bonaerense, grupos de personas, mayoritariamente ancianas, que se fueron colocando, unos junto a otros, en una fila humana inconcebible por la restricción de la pandemia.
Hacia las 8, la cola daba la vuelta a la manzana. Cada vez más abigarrada, más contundente. A los adultos mayores, de los primeros momentos, se sumaban muchos otros.
Más tarde comenzaron a aparecer otras gentes, rostros desangelados, ropas raídas, hombres flacos y vacíos, con el dolor del hambre en las miradas perdidas, mujeres embarazadas, con dos o más niños colgados de sus calzas descoloridas y un bebé dormido en sus brazos.
“Tengo que venir ahora, porque no sé cuánto les va a durar la plata en el banco. Y si no consigo la AUH, qué les doy de comer a ellos”, explica con su media lengua, entrecortada por la tristeza, una mujer de treinta y tantos, mientras amamantaba a una bebé de pelo ensortijado.
“No, yo hace seis horas que llegué. Vea, soy segunda en la cola. Cuando el banco abre vamos a ser los primeros en ser atendidos. Como yo no tengo cuenta ni tarjeta, desde febrero que no cobré un peso. Así que cuando ayer avisaron que hoy pagaban me preparé la sillita y me vine para acá con el mate. ¿Oiga, don, quiere uno?”
Más pronto que tarde, la fila era multitudinaria. La distancia “de protección social” se había transformado en los corrillos en los que los vecinos se agolpaban y discutían animadamente sobre la situación por la que atravesaban y los peligros de la pandemia.
Cerca de las 10 horas aparecieron dos móviles policiales. Cuando los vi, por la tele, pensé “ahora van a arreglar este tema, a poner distancia entre la gente, a darles números a los que está allí, apiñados, en fin a poner el orden imprescindible en época de cuarentena social obligatoria”.
Pero no. Se bajaron cuatro policías que se fueron derechito a la puerta de la sucursal del banco y se pararon delante de ella, como custodiando esa entrada, la que deberían utilizar a partir de las 10, los doscientos o trescientos que penaban por entrar.
Entonces me di cuenta que esa policía no estaba para ordenar esa fila bizarra de potenciales infectados futuros del coronavirus. Que no había pasado por su cabeza, ni por la de quienes los mandaban, hacer algo para mejorar la situación de los que allí estaban, prevenir el contagio entre ellos, cuidar de los ancianos más vulnerables o de los bebés y mamás embarazadas.
No. Estaban para proteger la sucursal del banco.
El bizarro espectáculo continuó toda la jornada. No sólo en el conurbano. En la mayoría de las ciudades del país se multiplicaban las mareas humanas de desesperados, de personas a las que, hace rato, se las excluyó, no solamente de la economía nacional, sino de la posibilidad de sobrevivir con un poco de dignidad.
Esa gente, para los que debieran protegerlos, no cuenta. Son un nuevo tipo de “desaparecidos”.
Con un anuncio masivo y mal coordinado, estructurado y comunicado, vuelcan a las calles a miles de personas, en todo el país, para conseguir nada más que lo que les corresponde, por un principio básico y elemental de humanidad: la posibilidad de comer y de dar alimento a los suyos. Algo no está funcionando bien en esta sociedad.
Algo no está funcionando bien en la burocracia, que debiera responder a las iniciativas de los gobiernos, en aras de proteger a los seres humanos. No a los bancos.
Algo falló.
Luego vendrán las reconvenciones, las disculpas, las lamentaciones, las correcciones.
Una vez más, si Dios quiere, no habrá una explosión de contagios por coronavirus; no por los que estaban paseando por Europa y pensaron que a ellos no les iba a tocar. No por los que desde Miami miraban la película como si ocurriera en otro mundo. No por los que regresaron en sus vuelos, cruceros y autos, desde lugares de alto riesgo, como si ellos no tuvieran porqué dar explicaciones de dónde y con quién habían estado.
No por los que, con dinero suficiente, escaparon de sus casas para refugiarse herméticamente en mansiones, con la comodidad insolente de llevar consigo a su servicio doméstico, para que no les falte “nada” y sin importarle en lo más mínimo el personal.
Simplemente, no habrá una tragedia viral de contagios en los próximos días, porque “Dios es argentino”.
viernes, 31 de julio de 2020
FRACTALES Y UN ABORDAJE TRANSDISCIPLINARIO, POR NOELIA CASAIS Y VANESA GARBIN
Material del Capítulo 3 de MATEMÁTICA LITERARIA:
1) A partir de las imágenes que se muestran a continuación, anotar las palabras clave que vayan surgiendo a partir de la comparación entre las mismas. (repetición, parecido, infinito, geométrico, autosimilar, dimensión, etc.)
2) Al finalizar el torbellino de ideas sobre las imágenes, se debe propiciar la conclusión de que todas esas palabras son las características fundamentales del grupo de formas geométricas denominadas fractales.
3) Proyectar el video Fractales; red de cerebros.
4) Construir una definición general del concepto de fractal y realizar una puesta en común de las mismas. Las definiciones que surjan individualmente serán retomadas y corregidas en Prácticas del Lenguaje.
5) Fotografiar formas fractales que aparezcan en el entorno. Se les pedirá que tomen tres fotografías de la misma imagen aplicando Zoom. Justificar la elección de las figuras en relación con la definición armada.
EL LENGUAJE DE LA NATURALEZA
Matemática ACTIVIDAD No º1 1) A partir de las imágenes que se muestran a continuación, anotar las palabras clave que vayan surgiendo a partir de la comparación entre las mismas. (repetición, parecido, infinito, geométrico, autosimilar, dimensión, etc.)
2) Al finalizar el torbellino de ideas sobre las imágenes, se debe propiciar la conclusión de que todas esas palabras son las características fundamentales del grupo de formas geométricas denominadas fractales.
3) Proyectar el video Fractales; red de cerebros.
4) Construir una definición general del concepto de fractal y realizar una puesta en común de las mismas. Las definiciones que surjan individualmente serán retomadas y corregidas en Prácticas del Lenguaje.
5) Fotografiar formas fractales que aparezcan en el entorno. Se les pedirá que tomen tres fotografías de la misma imagen aplicando Zoom. Justificar la elección de las figuras en relación con la definición armada.
(CONTINÚA EN SIGUIENTES POST)
ALGO MÁS SOBRE BELLEZA Y MATEMÁTICA
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TALLER REALIZADO EN LA FERIA DEL LIBRO, 2019, EN EL STAND DE TICMAS |
ALGO MÁS SOBRE BELLEZA Y MATEMÁTICA
jueves, 30 de julio de 2020
ENSEÑANZA Y APRENDIZAJE SOBRE "EARTH DAY" Y EL MEDIO AMBIENTE, POR JOSEPH KERSKI
Introducción
Siempre nos ha fascinado nuestro hogar: la Tierra. Nuestro oasis de vida azul y verde en el sistema solar ha sido objeto de poesía, música, novelas, investigación científica y mapas. Durante siglos, los mapas despertaron la imaginación, inspiraron exploraciones de lo desconocido y nos ayudaron a comprender nuestro planeta. Lejos de los documentos estáticos del pasado grabados en tabletas de arcilla, madera, película y papel, los mapas de hoy son interactivos y digitales. Se pueden combinar con gráficos, imágenes satelitales, bases de datos, fotografías, videos y otros datos para ayudarnos a dar sentido a nuestro mundo. Nos ayudan a navegar a la biblioteca de la casa de la abuela todos los días, nos ayudan a comprender nuestras comunidades y nuestro mundo, y cómo construir un futuro más sostenible y resistente.
Estos mapas se han vuelto omnipresentes: en nuestros teléfonos inteligentes, computadoras, en nuestros vehículos, en trenes y aviones, y en casi todos los lugares a los que damos vuelta. Estos mapas digitales y las actividades cotidianas que dependen de ellos son posibles gracias a los Sistemas de Información Geográfica (SIG) y otras tecnologías: Teledetección, informática y Sistemas de Posicionamiento Global (GPS, o más ampliamente, Sistemas de Navegación Geográfica por Satélite (GNSS) ) para nombrar unos pocos. Sin embargo, las personas hacen que estas tecnologías sean efectivas y las aplican para resolver problemas. Las personas que usan estos mapas y herramientas cultivan una forma de pensar espacial, observando el mundo desde una perspectiva geográfica, examinando patrones, relaciones y tendencias, tomando decisiones más sabias sobre el futuro. Estas decisiones incluyen la planificación de vías verdes urbanas, la mitigación de las malezas invasoras, la localización del sitio óptimo para la energía eólica, el estudio del impacto de la extracción de agua subterránea en los acuíferos, y muchos más, desde escalas locales a globales.
Siempre nos ha fascinado nuestro hogar: la Tierra. Nuestro oasis de vida azul y verde en el sistema solar ha sido objeto de poesía, música, novelas, investigación científica y mapas. Durante siglos, los mapas despertaron la imaginación, inspiraron exploraciones de lo desconocido y nos ayudaron a comprender nuestro planeta. Lejos de los documentos estáticos del pasado grabados en tabletas de arcilla, madera, película y papel, los mapas de hoy son interactivos y digitales. Se pueden combinar con gráficos, imágenes satelitales, bases de datos, fotografías, videos y otros datos para ayudarnos a dar sentido a nuestro mundo. Nos ayudan a navegar a la biblioteca de la casa de la abuela todos los días, nos ayudan a comprender nuestras comunidades y nuestro mundo, y cómo construir un futuro más sostenible y resistente.
Estos mapas se han vuelto omnipresentes: en nuestros teléfonos inteligentes, computadoras, en nuestros vehículos, en trenes y aviones, y en casi todos los lugares a los que damos vuelta. Estos mapas digitales y las actividades cotidianas que dependen de ellos son posibles gracias a los Sistemas de Información Geográfica (SIG) y otras tecnologías: Teledetección, informática y Sistemas de Posicionamiento Global (GPS, o más ampliamente, Sistemas de Navegación Geográfica por Satélite (GNSS) ) para nombrar unos pocos. Sin embargo, las personas hacen que estas tecnologías sean efectivas y las aplican para resolver problemas. Las personas que usan estos mapas y herramientas cultivan una forma de pensar espacial, observando el mundo desde una perspectiva geográfica, examinando patrones, relaciones y tendencias, tomando decisiones más sabias sobre el futuro. Estas decisiones incluyen la planificación de vías verdes urbanas, la mitigación de las malezas invasoras, la localización del sitio óptimo para la energía eólica, el estudio del impacto de la extracción de agua subterránea en los acuíferos, y muchos más, desde escalas locales a globales.
APRENDER HISTORIA ARGENTINA, CREANDO UN VIDEOJUEGO, POR JOAQUIN J. (10) (Y MARISA CONDE :))
Nuevos enfoques que relacionan la gamificación y las Nuevas tecnologías con el aprendizaje pueden ser de gran ayuda para estimular el interés por diversas materias escolares al mismo que tiempo que permiten a los alumnos entrenarse en el uso de los recursos informáticos.
domingo, 26 de julio de 2020
sábado, 25 de julio de 2020
MINIATURAS, BELLEZA Y GENIALIDAD, DE PATRICIA L. BOERO
Desde que conocí a Patricia Boero, espero el momento de poder comprarle alguna miniatura para incorporar en alguna de mis cajas de Arte tecno. Son demasiado lindas.
Mientras tanto, iré publicando fotos de algunas de sus obras, dignas de conocerse.
Mientras tanto, iré publicando fotos de algunas de sus obras, dignas de conocerse.
Podés ver más en:
LOS CHIQUITOS TENEMOS CORONA NUEVA, UN CUENTO DE VIVIANA SAMPEDRO
Desde hace unos meses mis padres querían que yo tuviera hermanitos. Cuando nacieron los trillizos dejé de sentirme solo. Desde ese momento, los cuatro compartimos la habitación y todos dormimos en la misma cuna.
Pero mis padres jamás se conformaron con tener solamente cuatro hijos y, en menos de un año, ya éramos tantos que no cabíamos en el mismo frasco.
Quizás por eso decidieron ampliar la casa, nos fueron distribuyendo en distintos dormitorios y en diferentes cunas de cristal, pulcras e iluminadas por una luz tan blanca que siempre parecía de día.
Contábamos con suficiente comida, espacio para crecer y, sobretodo, nos cuidaban durante las 24 horas del día.
En verano nos dijeron que saldríamos a recorrer el mundo; entonces todos nos subimos a un avión que nos llevó a un continente, que los humanos conocían como Asia y, luego de viajar cantidad de horas, en diciembre aterrizamos en un país, al que llamaban China. El trayecto fue largo, pero mis padres se encargaron de que estuviéramos entretenidos, por eso nos fueron poniendo en frascos, en los que viajábamos diecinueve hermanitos juntos. No sé cuántos frascos utilizaron, pero sí sé que en cada uno había exactamente diecinueve hermanitos.
No bien aterrizamos todos empezamos a pelearnos. Algunos creen que papá tiró a propósito uno de los frascos, para asustar a los chinos; otros afirman que a mamá se le resbaló de sus manos y un murciélago se tragó a todos sus hijos, pero mi hermanito menor dice que él pudo ver cuando el frasco cayó al suelo y nos devoró una serpiente.
Ahora estamos todos peleados y no hablamos más entre nosotros. Tenemos tanta, pero tanta rabia, que nadie quiere volver a meterse en el frasco. Por eso aprendimos a volar y nos hacemos tan chiquititos que podemos meternos en los cuerpos de los humanos, sin que ellos puedan notarlo. Desde allí viajamos por todo el mundo, conocemos varios países, escuchamos varios idiomas y les enseñamos a las personas que no siempre son los reyes los que llevan corona, ni tampoco los grandes los que tienen más fuerza que los pequeños.
Por eso les pido a los niños que no se asusten porque no les haré daño. Juntos vamos a jugar un rato, mientras ustedes me hacen cosquillas con su tos.
Yo solo me quedaré un invierno, hasta que los adultos aprendan a vivir con la inocencia de un niño.
Pero mis padres jamás se conformaron con tener solamente cuatro hijos y, en menos de un año, ya éramos tantos que no cabíamos en el mismo frasco.
Quizás por eso decidieron ampliar la casa, nos fueron distribuyendo en distintos dormitorios y en diferentes cunas de cristal, pulcras e iluminadas por una luz tan blanca que siempre parecía de día.
Contábamos con suficiente comida, espacio para crecer y, sobretodo, nos cuidaban durante las 24 horas del día.
En verano nos dijeron que saldríamos a recorrer el mundo; entonces todos nos subimos a un avión que nos llevó a un continente, que los humanos conocían como Asia y, luego de viajar cantidad de horas, en diciembre aterrizamos en un país, al que llamaban China. El trayecto fue largo, pero mis padres se encargaron de que estuviéramos entretenidos, por eso nos fueron poniendo en frascos, en los que viajábamos diecinueve hermanitos juntos. No sé cuántos frascos utilizaron, pero sí sé que en cada uno había exactamente diecinueve hermanitos.
No bien aterrizamos todos empezamos a pelearnos. Algunos creen que papá tiró a propósito uno de los frascos, para asustar a los chinos; otros afirman que a mamá se le resbaló de sus manos y un murciélago se tragó a todos sus hijos, pero mi hermanito menor dice que él pudo ver cuando el frasco cayó al suelo y nos devoró una serpiente.
Ahora estamos todos peleados y no hablamos más entre nosotros. Tenemos tanta, pero tanta rabia, que nadie quiere volver a meterse en el frasco. Por eso aprendimos a volar y nos hacemos tan chiquititos que podemos meternos en los cuerpos de los humanos, sin que ellos puedan notarlo. Desde allí viajamos por todo el mundo, conocemos varios países, escuchamos varios idiomas y les enseñamos a las personas que no siempre son los reyes los que llevan corona, ni tampoco los grandes los que tienen más fuerza que los pequeños.
Por eso les pido a los niños que no se asusten porque no les haré daño. Juntos vamos a jugar un rato, mientras ustedes me hacen cosquillas con su tos.
Yo solo me quedaré un invierno, hasta que los adultos aprendan a vivir con la inocencia de un niño.
jueves, 23 de julio de 2020
martes, 21 de julio de 2020
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